Leyendo a Paulo Freire, llego a este comentario suyo sobre la lectura y su
enseñanza. En él habla sobre los “niveles” de la lectura como proceso creativo
i productor de emergencias dentro de cada uno. Estas emergencias, estas
“surgencias”, emergen de la superficie del lector por el impulso de la
recreación lectora. Y la recreación lectora, como dice Freire, parte de
acompañar el devenir del texto desde la experiencia del escritor, empatizando
con él, asimilándose en el proceso, no como un mero espectador-analizador de
contenidos en superficie sino como un ensayo de producto, una partida en la que
arriesgar con el autor las vicisitudes del proceso y su necesidad, la necesidad
de comunicar, porque aprendemos a leer y a escribir como abertura a esa
necesidad básica y liberadora. Si aspiramos a un mundo más igualitario y
compensador de las diferencias sociales, productor de personas con conciencia y
a conciencia, debemos afrontar la lectura y la escritura como procesos
orgánicos, complejos, liberadores de aquello a lo que podemos llegar a ser y no
meros aprendizajes mecánicos de juntar unas letras con otras y recibir
mensajes.
“Desdichadamente, lo que se viene practicando en la mayoría de las escuelas
es llevar a los alumnos a ser pasivos con el texto. Los ejercicios de
interpretación de la lectura tienden a ser casi su copia oral. El niño percibe
tempranamente que su imaginación no juega: es algo casi prohibido, una especie
de pecado. Por otro lado, su capacidad cognoscitiva es desafiada de manera
distorsionada. El niño nunca es invitado, por un lado, a revivir
imaginativamente la historia contada en el libro; y por el otro, a apropiarse
poco a poco del significado del contenido del texto.
Ciertamente, sería a través de la experiencia de recontar la historia, dejando
libres su imaginación, sus sentimientos, sus sueños y sus deseos para crear,
como el niño acabaría arriesgándose a producir la inteligencia más compleja de
los textos.
No se hace nada o casi nada en el sentido de despertar y mantener
encendida, viva, curiosa, la reflexión conscientemente crítica que es
indispensable para la lectura creadora, vale decir, la lectura capaz de
desdoblarse en la reescritura del texto leído.
Esa curiosidad, que el maestro o la maestra necesitan estimular en el
alumno, contribuye decisivamente a la producción del conocimiento del contenido
del texto, que a su vez se vuelve fundamental para la creación de su
significación.
Es muy cierto que si el contenido de la lectura tiene que ver con un dato
concreto de la realidad social o histórica o de la biología, por ejemplo, la
interpretación de la lectura no puede traicionar el dato concreto. Pero esto no
significa que el estudiante lector deba memorizar textualmente lo leído y
repetir mecánicamente el discurso del autor. Esto sería una “lectura bancaria”
en la que el lector “comería “ el contenido del texto del autor con la ayuda
del “maestro nutricionista”.(...)
Es preciso que los educandos, al experimentarse cada vez más críticamente en
la tarea de leer y de escribir, perciban las tramas sociales en las que se
constituyen y se reconstituyen el lenguaje, la comunicación y la producción de
conocimiento.”
Paulo Freire
Cartas a quien pretende enseñar.
Siglo veintiuno editores
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