dimarts, 9 de setembre del 2014

FREIRE Y LA LECTURA

Leyendo a Paulo Freire, llego a este comentario suyo sobre la lectura y su enseñanza. En él habla sobre los “niveles” de la lectura como proceso creativo i productor de emergencias dentro de cada uno. Estas emergencias, estas “surgencias”, emergen de la superficie del lector por el impulso de la recreación lectora. Y la recreación lectora, como dice Freire, parte de acompañar el devenir del texto desde la experiencia del escritor, empatizando con él, asimilándose en el proceso, no como un mero espectador-analizador de contenidos en superficie sino como un ensayo de producto, una partida en la que arriesgar con el autor las vicisitudes del proceso y su necesidad, la necesidad de comunicar, porque aprendemos a leer y a escribir como abertura a esa necesidad básica y liberadora. Si aspiramos a un mundo más igualitario y compensador de las diferencias sociales, productor de personas con conciencia y a conciencia, debemos afrontar la lectura y la escritura como procesos orgánicos, complejos, liberadores de aquello a lo que podemos llegar a ser y no meros aprendizajes mecánicos de juntar unas letras con otras y recibir mensajes.

“Desdichadamente, lo que se viene practicando en la mayoría de las escuelas es llevar a los alumnos a ser pasivos con el texto. Los ejercicios de interpretación de la lectura tienden a ser casi su copia oral. El niño percibe tempranamente que su imaginación no juega: es algo casi prohibido, una especie de pecado. Por otro lado, su capacidad cognoscitiva es desafiada de manera distorsionada. El niño nunca es invitado, por un lado, a revivir imaginativamente la historia contada en el libro; y por el otro, a apropiarse poco a poco del significado del contenido del texto.
Ciertamente, sería a través de la experiencia de recontar la historia, dejando libres su imaginación, sus sentimientos, sus sueños y sus deseos para crear, como el niño acabaría arriesgándose a producir la inteligencia más compleja de los textos.
No se hace nada o casi nada en el sentido de despertar y mantener encendida, viva, curiosa, la reflexión conscientemente crítica que es indispensable para la lectura creadora, vale decir, la lectura capaz de desdoblarse en la reescritura del texto leído.
Esa curiosidad, que el maestro o la maestra necesitan estimular en el alumno, contribuye decisivamente a la producción del conocimiento del contenido del texto, que a su vez se vuelve fundamental para la creación de su significación.
Es muy cierto que si el contenido de la lectura tiene que ver con un dato concreto de la realidad social o histórica o de la biología, por ejemplo, la interpretación de la lectura no puede traicionar el dato concreto. Pero esto no significa que el estudiante lector deba memorizar textualmente lo leído y repetir mecánicamente el discurso del autor. Esto sería una “lectura bancaria” en la que el lector “comería “ el contenido del texto del autor con la ayuda del “maestro nutricionista”.(...)
Es preciso que los educandos, al experimentarse cada vez más críticamente en la tarea de leer y de escribir, perciban las tramas sociales en las que se constituyen y se reconstituyen el lenguaje, la comunicación y la producción de conocimiento.”

Paulo Freire
Cartas a quien pretende enseñar.

Siglo veintiuno editores

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